-Se puede decir que a veces confundes la realidad… te pasa eso? -le preguntaba el médico con la cabeza cansada y posada sobre su mano derecha. Éste era de los que ponía cara de interesado cada vez que él hablaba.
-Qué realidad?- le preguntó él- la suya, la mía o la de esa preciosa planta que tiene usted en esa maceta?-
-Es un Ficus-rió-. Bueno, yo creo que sólo hay una realidad. La que sientes, lo que tocas, lo que saboreas, lo que ves -le dice el doctor.
– Yo siento más de cuatro o cinco cosas a la vez, cada segundo y a cada instante- le replicó.
-Qué tal duermes? Te apetece contarme algún sueńo?- él médico seguía intentando sondearle.
-Yo no sueńo… ni de pequeńo lo hice. Para que quede bonito, voy a decir que soy de los que sueńa despierto. Persigo mis sueńos. Queda bien así?- le respondió jocoso.
Era su sexto especialista. Y sabía de sobra que si empezaba a jugar a la defensiva ante él, nunca iba a llegar a curarse. Y más: tiraría todo su dinero a la basura.
Llegar a curarse. Nunca llegaría a hacerlo. Lo pensaba mientras salía de la primera consulta con este “medicucho”. Había jubilado a los otros cinco anteriores. -Es posible que los hubiera vuelto más locos de lo que él estaba-bromeaba para sí mismo…
Mientras volvía a casa llovía demasiado y pensó que el al día siguiente iba a seguir lloviendo, iba a estar igual de triste e iba a tener que seguir yendo a su trabajo de mierda. No veía el final del túnel. Y el ya tenía una edad como para andarse con chorradas. La vida no perdona.
Después de cenar, dio ambos besos a su mujer e hija y se acostó más temprano que de costumbre.
– Qué tal con el nuevo medico?- le preguntó su querida mujer.
-Bastante bien. Pero me ha hecho muchas preguntas y estoy cansado. Hasta mańana, cielo.
Mientras iba al bańo, recordó todo lo que le había preguntado. Tragó la medicación con un sorbo de agua. La misma medicación que no le permitía sońar ni una sóla noche.
Pero parecía que había dejado de llover.
Posó la parte derecha de su rostro sobre la almohada y sintió sumamente relajado en pocos minutos… Después de sentir como si levitara por encima de la cama, durmió plácidamente. 9 horas. Sonó el despertador.
Mientras se puso el café, sintió que había descansado. Miró por la ventana. Efectivamente, seguía lloviendo y todo apuntaba que iba a ser otros de esos días de mierda.
El primer sorbo de café sin embargo le recordó una cosa: ésa noche había sońado.
-Te atreves a contarme tu sueńo? Te acuerdas de él?-.
-Si, sin ningún esfuerzo. Caminaba solo. Por la calle. Alguien me daba la mano y me llevaba volando. Flotábamos en el espacio. Durante mucho tiempo. Luego bajábamos muy, muy despacio y al tocar tierra, esa persona- parecía ser mi mujer- desaparecía. Me dejaba solo. Dejándome una sensación de placidez. Después me despertaba.
Y recuerdo una cosa. Era feliz. Y en mi sueńo no llovía…